lunes, 6 de octubre de 2008

Yo salí con un saco de weas

Las minas son muy cuáticas. Corrijo, somos muy cuáticas. Me considero parte de la minoría de las minas que es capaz de llorar por un hombre (aunque hayan pasado meses desde la ruptura), pero que sigue siendo lo suficientemente lúcida como para reírse de ello.

Es como lo que pasa con el grupito de Facebook “Yo salí con saco de weas”. Al principio, lo encontré lo máximo. Mujeres del mundo unidas y dispuestas a evitarle un corazón roto a sus congéneres. Un catálogo de los subseres masculinos que deambulan por las calles de nuestro país. “Perico Los Palotes – Infiel y mentiroso”, “Fulanito – Impaciente, celoso y posesivo”, “Zutano – Mamón y dependiente”. Me inscribí, obvio. Después de todo estuve con uno de esos subseres por casi 3 años.

Pero después me entró la duda, ¿qué tan sano/lógico/racional puede ser catalogar a un ser humano en base a lo que has vivido y compartido con él? Claro, uno puede decir que mal que mal con la persona estuvieron en las buenas y en las malas (principalmente en las malas, según el grupito de Facebook) y que al fin y al cabo nadie te va a conocer mejor que tu pareja (bueno, también tu madre). Pero ¿es justo indicar con nombre y apellido los pecados de alguien más?

Entonces, pensé que más que choro, el grupo era medio triste tirando a patético. Un montón de minas llorando porque les había tocado un pobre huevón que no las supo valorar/amar/cuidar.

Pero la cosa tampoco va por ahí. Mal que mal, cuando uno tiene una mala experiencia, se enorgullece de haber sobrevivido para contarlo. Y la cosa nuevamente cambió, no es que sea patético. Es típicamente femenino: totalmente indefinible e inclasificable. Es, al mismo tiempo, orgullo, pena, furia y aceptación. “Estoy orgullosa de haber sobrevivido el calvario. Tengo pena por el amor que no funcionó. Tengo rabia por el tiempo perdido. Pero acepto que todo esto es parte de mi vida, de mi cuento, de mi historia”.

Lo que me gustaría ver, en todo caso, es un “Yo salí con una mina cuática”. A ver cómo saltarían las minas del primer grupo a patalear. Apostaría doble a nada que el 90% de las minas del primer grupo, estarían en el catálogo del segundo. You only get what you give…

lunes, 21 de julio de 2008

Here, there and everywhere.

- "Y para dónde irá tan apurada?"
- "No sé, pero a donde quiera que vaya, llegará mañana antes de las 10"
Diálogo al ver a Julia Roberts corriendo con vestido de novia y subiéndose a un camión de FedEx en "Novia Fugitiva"

Mi respuesta a la pregunta de Mónica es simple: En todas partes y en ninguna. Las mujeres están en todas partes, de la misma manera en que dijo ella: En el metro, en la calle, en la pega, en nuestras vidas. Están ahí. Pero también tienen una marcada tendencia a desaparecer. Las razones de éstas son varias, y trascienden a los géneros:
  • Quieren nivelar la balanza después de tantos años de machismo descarado.
  • "Soltaron las trenzas" y tienen mayor interés en disfrutar a corto plazo que en comprometerse a largo plazo.
  • Les preocupa más tener una carrera exitosa en desmedro de una vida afectiva tradicional.
Mientras escribo estas líneas, recuerdo algo que me comentaba una ex: "En este país estamos fregados... las mujeres ya no están. Ahora está lleno de pendejas cuáticas y de brujas... cuáticas también". Tragué saliva. Ya me había costado bastante encontrar a alguien. ¿Significaba acaso que era un hombre afortunado, pero esa fortuna se iría en el momento en que terminara nuestra relación? ¿Y qué había para el resto de los solteros, grupo al cual pasé a formar parte semanas después?

Debe ser una de las razones por las cuales me gusta ver a parejas besándose en el metro o en la calle. Más de alguien debe pensar que es voyerismo. En lo absoluto. Es algo que me da cierto atisbo de esperanza. De que las mujeres están. Sólo que cuesta (y bastante, en estos días) encontrarlas.

martes, 8 de julio de 2008

Let the show begin

Parto por agradecer las flores que me tiró Barsa. Eso de “erudita” en el tema me causó harta gracia, sin embargo, vamos a dejar que los lectores decidan eso.

No me considero erudita en temas amorosos en lo absoluto. Mi experiencia es poca y, en realidad, mala tirando para pésima. Podría haberme convertido en una bruja odia-hombres con todo el derecho del mundo. Pero no lo hice en base a la experiencia más preciosa: la ajena.

Más que observadora soy copuchenta, para qué andar con rodeos. Me gusta sacar el tejido y si alguien necesita una oreja para descargarse, yo siempre soy la primera voluntaria. Y ojo, que no por copuchenta me tilden de chismosa. Son dos cosas muy diferentes. La copuchenta solamente escucha y opina cuando se lo piden directamente. La chismosa, escucha lo que le conviene y opina sin preguntarle a nadie.

Volviendo al tema. La cosa es que siempre me ha tocado escuchar a amigos y amigos, más o menos cercanos, sobre sus dramas amorosos. Y como la experiencia a mí no me acompaña, siempre he aportado con lo que me sobra: sentido común, el que obviamente jamás aplico a mi propia vida, pero sí a la de los demás.

En base a lo que he escuchado, a lo poco que he vivido y a cierto conocimiento en materia psicológica, he elaborado un montón de teorías sobre cómo se relaciona la gente en general. Algunas teorías son más tiradas de las mechas que otras, pero casi todas apuntan a dos cosas: confianza y honestidad.

Cuando se trata de relaciones de pareja, creo que esos dos conceptos se vuelven aún más importantes, y junto con el ámbito sexual o químico u hormonal o como quieran llamarle, forman el Triángulo de las Bermudas de las relaciones amorosas. Si uno de esos tres ángulos está mal, tarde o temprano uno de los involucrados cede y queda la escoba.

En relación con la pregunta que llevó a Barsa a preguntarse “¿Dónde están las mujeres?”, yo venía hace harto tiempo preguntándome lo mismo. “¡¿Pero cómo?!” dirán ustedes, lo lógico es que haya preguntado de vuelta dónde están los hombres.

Yo a los hombres los veo todos los días: en el metro, en la pega, en la calle. Años más, años menos, kilos demás o kilos menos, los hombres están allá afuera. Son las mujeres las que en algún momento de esta larga batalla por la “Liberación Femenina” desaparecieron sin dejar huella. O, más que desaparecer, se escondieron detrás de las máscaras y estereotipos que tanto los hombres como ellas mismas, se han impuesto.

Y para empezar el show, le pregunto a Barsa: ¿Dónde crees tú que están las mujeres?

domingo, 22 de junio de 2008

Cold Open.

Matt: Vamos a escribir, vestirnos y comportarnos profesionalmente...
Harriet: ¡Eres un adolescente calentón y profanador con la sensibilidad de un repollo!
Matt: ...y todo eso comenzará en unos minutos más.
Matt Albie v/s Harriet Hayes, "Studio 60 on the Sunset Strip"


La historia comienza un día en que estaba revisando mi correo electrónico y las noticias de la mañana, cuando sin previo aviso mi ex-polola, quien me mantuvo bloqueado en Messenger por 3 semanas después de que terminamos, me saluda. Mi cara de sorpresa y extrañeza no se hizo esperar... "¿De qué querrá hablar?". Mi usual escepticismo evitó que me hiciera mayores ilusiones de una reconciliación. Efectivamente, quería preguntarme unos datos de trabajo (estaba buscando pega). Reluctantemente le di un par de datos y se despidió.

Rato después conversé con mi mejor amigo, quien me comentó de que ella le comentó acerca de nuestra pequeña conversación, reclamando por mi "negativa" a ayudarla. "You know what to do, Rico"1, me decía mi compadre. En ese momento fui yo quien presionó el botón de bloquear de Messenger. Pensé que es de mal gusto y muestra de una insensibilidad mayúscula que ella pensara que si ya me olvidó, yo tenía que olvidarme de ella al mismo tiempo. La sincronización de emociones es una falacia.

Rato después fui a ducharme. Y en eso me puse a dar vueltas el tema en la cabeza. Y en eso surgió una pregunta fundamental:

"Si las mujeres son pokemonas y pelolais hasta quizás los 22 años, y de los 30 para arriba son brujas, ¿Qué hay entre medio?"

Generalmente en ese intervalo de edades se asume que se alcanza cierto nivel de madurez emocional. Era una duda muy válida. Las peloláis tienen fama de ser egocéntricas y manipuladoras, las pokemonas sueltas ("poncias"), y las brujas manipuladoras y maquiavélicas. Así que hice la pregunta en un foro privado que tenemos con unos amigos. Una de ellos fue Mónica, quien ya llevaba tiempo comentando temas amorosos y es erudita en el tema.

A Mónica la cautivó el tema también, y en cierta forma recogió el guante, hasta el punto en que llegó a generalizar mi pregunta: "Entre tanta bruja, pelolais y pokemona, ¿Dónde están las mujeres?". Y la expandió: "Y aprovechando el vuelito, ¿Dónde están los hombres?". El "aprovechar el vuelito" no fue feminismo, ni queja contra los hombres, ni carece de argumentos. Los hombres también estamos bastante fregados en estos tiempos de la cultura del reggaetón, Yingo, farándula y una educación de baja calidad.

Es por eso que decidimos iniciar este blog. Mucha experiencia amatoria no tenemos, pero hemos visto caídas (¿no será mejor dicho, catástrofes nucleares?) amorosas, y ya saben, en un país de ciegos, el tuerto es el rey.


1: Frase de la película Starship Troopers: "Ya sabes qué hacer, Rico".